jueves, julio 10, 2008

Entrevista a la abuela Margarita



'Cuando quiero algo me lo pido a mi misma'


Ima Sanchez. Publicado en 'La Contra', diario La Vanguardia


La Abuela Margarita, curandera y guardiana de la tradición
maya, se crió con su bisabuela, que era curandera y milagrera.
Practica y conoce los círculos de danza del sol, de la tierra,
de la luna, y la búsqueda de visión. Pertenece al consejo de
ancianos indígenas y se dedica a sembrar salud y conocimiento
a cambio de la alegría que le produce hacerlo, porque para
sustentarse sigue cultivando la tierra. Cuando viaja en avión
y las azafatas le dan un nuevo vaso de plástico, ella se
aferra al primero: 'No joven, que esto va a parar a la Madre
Tierra'. Rezuma sabiduría y poder, es algo que se percibe con
nitidez. Sus rituales, como gritarle a la tierra el nombre del
recién nacido para que reconozca y proteja su fruto, son
explosiones de energía que hace bien al que lo presencia; y
cuando te mira a los ojos y te dice que somos sagrados, algo
profundo se agita.



Ella nos dice: 'Tengo 71 años. Nací en el campo, en el estado
de Jalisco (México), y vivo en la montaña. Soy viuda, tengo
dos hijas y dos nietos de mis hijas, pero tengo miles con los
que he podido aprender el amor sin apego. Nuestro origen es la
Madre Tierra y el Padre Sol. He venido a la Fira de la Terra
para recordarles lo que hay dentro de cada uno.'

-¿Dónde vamos tras esta vida?

-¡Uy hija mía, al disfrute! La muerte no existe. Las muerte
simplemente es dejar el cuerpo físico, si quieres.



-¿Cómo que si quieres...?

-Te lo puedes llevar. Mi bisabuela era chichimeca, me crié con
ella hasta los 14 años, era una mujer prodigiosa, una
curandera, mágica, milagrosa. Aprendí mucho de ella.



-Ya se la ve a usted sabia, abuela.

-El poder del cosmos, de la tierra y del gran espíritu está
ahí para todos, basta tomarlo. Los curanderos valoramos y
queremos mucho los cuatro elementos (fuego, agua, aire y
tierra), los llamamos abuelos. La cuestión es que estaba una
vez en España cuidando de un fuego, y nos pusimos a charlar.



-¿Con quién?

-Con el fuego. 'Yo estoy en ti', me dijo. 'Ya lo sé',
respondí. 'Cuando decidas morir retornarás al espíritu, ¿por
qué no te llevas el cuerpo?', dijo. '¿Cómo lo hago?', pregunté.



-Interesante conversación.

-'Todo tu cuerpo está lleno de fuego y también de espíritu -me
dijo-, ocupamos el cien por cien dentro de ti. El aire son tus
maneras de pensar y ascienden si eres ligero. De agua tenemos
más del 80%, que son los sentimientos y se evaporan. Y tierra
somos menos del 20%, ¿qué te cuesta cargar con eso?'.



-¿Y para qué quieres el cuerpo?

-Pues para disfrutar, porque mantienes los cinco sentidos y ya
no sufres apegos. Ahora mismo están aquí con nosotras los
espíritus de mi marido y de mi hija.



-Hola.
-El muertito más reciente de mi familia es mi suegro, que se
fue con más de 90 años. Tres meses antes de morir decidió el
día. 'Si se me olvida -nos dijo-, me lo recuerdan'. Llegó el
día y se lo recordamos. Se bañó, se puso ropa nueva y nos
dijo: 'Ahora me voy a descansar'. Se tumbó en la cama y murió.
Eso mismo le puedo contar de mi bisabuela, de mis padres, de
mis tías...



-Y usted, abuela, ¿cómo quiere morir?

-Como mi maestro Martínez Paredes, un maya poderoso. Se fue a
la montaña: 'Al anochecer vengan a por mi cuerpo'. Se le oyó
cantar todo el día y cuando fueron a buscarle, la tierra
estaba llena de pisaditas. Así quiero yo morirme, danzando y
cantando. ¿Sabe lo que hizo mi papá?



-¿Qué hizo?

-Una semana antes de morir se fue a recoger sus pasos.
Recorrió los lugares que amaba y a la gente que amaba y se dio
el lujo de despedirse. La muerte no es muerte, es el miedo que
tenemos al cambio. Mi hija me está diciendo: 'Habla de mí',
así que le voy a hablar de ella.



-Su hija, ¿también decidió morir?

-Sí. Hay mucha juventud que no puede realizarse, y nadie
quiere vivir sin sentido.



-¿Qué merece la pena?

-Cuando miras a los ojos y dejas entrar al otro en ti y tú
entras en el otro y te haces uno. Esa relación de amor es para
siempre, ahí no hay hastío. Debemos entender que somos seres
sagrados, que la Tierra es nuestra Madre y el Sol nuestro
Padre. Hasta hace bien poquito los huicholes no aceptaban
escrituras de propiedad de la tierra. '¿Cómo voy a ser
propietario de la Madre Tierra?', decían.



-Aquí la tierra se explota, no se venera.

-¡La felicidad es tan sencilla!, consiste en respetar lo que
somos, y somos tierra, cosmos y gran espíritu. Y cuando
hablamos de la madre tierra, también hablamos de la mujer que
debe ocupar su lugar de educadora.



-¿Cuál es la misión de la mujer?

-Enseñar al hombre a amar. Cuando aprendan, tendrán otra
manera de comportarse con la mujer y con la madre tierra.
Debemos ver nuestro cuerpo como sagrado y saber que el sexo es
un acto sagrado, esa es la manera de que sea dulce y nos llene
de sentido. La vida llega a través de ese acto de amor. Si
banalizas eso, ¿qué te queda? Devolverle el poder sagrado a la
sexualidad cambia nuestra actitud ante la vida. Cuando la
mente se une al corazón todo es posible. Yo quiero decirle
algo a todo el mundo...



-¿...?
-Que pueden usar el poder del Gran Espíritu en el momento que
quieran. Cuando entiendes quién eres, tus pensamientos se
hacen realidad. Yo, cuando necesito algo, me lo pido a mí
misma. Y funciona.



-Hay muchos creyentes que ruegan a Dios, y Dios no les concede.

-Porque una cosa es ser limosnero y otra, ordenarte a ti
mismo, saber qué es lo que necesitas. Muchos creyentes se han
vuelto dependientes, y el espíritu es totalmente libre; eso
hay que asumirlo. Nos han enseñado a adorar imágenes en lugar
de adorarnos a nosotros mismos y entre nosotros.



-Mientras no te empaches de ti mismo.

-Debemos utilizar nuestra sombra, ser más ligeros, afinar las
capacidades, entender. Entonces es fácil curar, tener
telepatía y comunicarse con los otros, las plantas, los
animales. Si decides vivir todas tus capacidades para hacer el
bien, la vida es deleite.



-¿Desde cuándo lo sabe?

-Momentos antes de morir mi hija me dijo: 'Mamá, carga tu
sagrada pipa, tienes que compartir tu sabiduría y vas a viajar
mucho. No temas, yo te acompañaré'. Yo ví con mucho asombro
como ella se incorporaba al cosmos. Experimenté que la muerte
no existe. El horizonte se amplió y las percepciones perdieron
los límites, por eso ahora puedo verla y escucharla, ¿lo cree
posible?



-Sí.
-Mis antepasados nos dejaron a los abuelos la custodia del
conocimiento: 'Llegará el día en que se volverá a compartir en
círculos abiertos'. Creo que ese tiempo ha llegado